Trabajo
Entonces serán verdaderamente monjes si viven del trabajo de sus manos como nuestros Padres y los Apóstoles (RB 48,8).
El trabajo ofrece al monje la oportunidad de participar en la obra divina de la creación, el monje trabaja siguiendo los pasos de Cristo en su vida oculta.
El trabajo nos solidariza con tantos hombres y mujeres que cada día se levantan para llevar el sustento a su mesa. El trabajo a su vez promueve la salud del cuerpo y del alma, y una madurez de toda la persona.
Con el fruto de su trabajo el monje sustenta la vida del monasterio y ayuda a los más pobres y practica la hospitalidad.
En el curso de la historia los monjes se han dedicado a toda clase de trabajos: agricultura, artesanía, oficios, copia de manuscritos, toda clase de talleres, piscicultura, etc., sin excluir el trabajo intelectual.